jueves, 3 de junio de 2010

Metacognición: conocimiento y control de la propia actividad cognitiva

Esta lectura autorregulada exige un cierto grado de conciencia y de conocimiento sobre la propia actividad lectora. Al conocimiento que uno tiene sobre su propia actividad cognitiva es al que nos referimos los psicólogos cuando hablamos de metaconocimiento o conocimiento metacognitivo. En el caso concreto de la lectura, este metaconocimiento comprende:
El conocimiento que tenemos sobre nuestras propias capacidades, habilidades y experiencia como lectores (por ejemplo, saber que tenemos mucha experiencia elaborando resúmenes de un texto pero que estamos poco familiarizados con las tareas de síntesis a partir de múltiples textos; saber que nuestro conocimiento previo sobre el tema que desarrolla un texto es mínimo).
El conocimiento de diferentes tareas de lectura, de sus demandas y de todas aquellas características de las mismas que afectan a la comprensión (por ejemplo, saber que elaborar un resumen de un texto exige seleccionar las ideas más importantes pero que hacer una síntesis a partir de varios textos no consiste en yuxtaponer los resúmenes de cada uno de ellos sino en integrar las ideas seleccionadas en torno a una idea o concepto integrador; saber que el grado en que un texto está estructurado influye sobre su comprensión).
El conocimiento de las diferentes estrategias de lectura (por ejemplo, saber que para seleccionar la información relevante puede ser útil subrayarlas o ir tomando notas durante la lectura; saber que para organizar el contenido de un texto puede resultar útil elaborar un mapa conceptual; saber que para contrastar las diferentes posiciones sobre un tema a partir de la lectura de varios textos puede ser útil elaborar un cuadro comparativo que recoja los argumentos a favor y en contra).
El conocimiento que poseamos y la valoración que hagamos de las características personales, de la tarea y de las estrategias para abordarla en una situación de lectura concreta nos ayudarán, en mayor o menor medida, a regular nuestra propia actividad, esto es, a planificar, supervisar y evaluar la propia comprensión.
El conocimiento metacognitivo que tenemos sobre la actividad lectora y el control que ejercemos sobre nuestra propia actividad durante la realización de tareas de lectura están estrechamente relacionados e intervienen de manera interactiva. Así, el lector competente no sólo usa sus conocimientos metacognitivos para autorregular eficazmente su comprensión durante la lectura sino que, al mismo tiempo, la regulación que ejerce sobre su comprensión al leer puede conducirle a adquirir nuevos conocimientos metacognitivos. En la medida en que uno tome conciencia de su propia ejecución durante la lectura podrá aprender nuevas cosas sobre su propia capacidad y recursos en relación con la misma, sobre la tarea realizada y sobre las estrategias empleadas para realizarla. De hecho, en la mayoría de los trabajos realizados en el campo de la metacognición, se ha adoptado este término para hacer referencia tanto al conocimiento de la propia actividad cognitiva como al control o regulación de la propia actividad cognitiva, tal y como se ilustra en el siguiente diagrama (Mateos, 2001).



Por tanto, la metacognición, como conciencia y como regulación de la propia actividad cognitiva, desarrolla un papel crucial en la comprensión de las dificultades que manifiestan muchos estudiantes para responder con éxito a las tareas de lectura con las que se enfrentan.

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