CARTA CIRCULAR N. 520/2009
A LOS EMINENTÍSIMOS Y EXCELENTÍSIMOS PRESIDENTES
DE LAS CONFERENCIAS EPISCOPALES
SOBRE LA ENSEÑANZA DE LA RELIGIÓN EN LA ESCUELA
Roma, el 5 de mayo de 2009
La educación se presenta hoy como una tarea compleja, vasta y urgente. La complejidad actual corre el riesgo de hacer perder lo esencial, es decir, la formación de la persona humana en su integridad, en particular por cuanto concierne la dimensión religiosa y espiritual.
La obra educativa, incluso cuando es realizada por más sujetos, tiene en los padres los primeros responsables de la educación.
La obra educativa, incluso cuando es realizada por más sujetos, tiene en los padres los primeros responsables de la educación.
Tal responsabilidad también se ejercita en el derecho a elegir la escuela que garantice una educación conforme a los propios principios religiosos y morales.
La escuela católica es un verdadero y real sujeto eclesial en razón de su acción escolar, donde se fundan en armonía la fe, la cultura y la vida.
Ella está abierta a todos aquellos que quieran compartir el proyecto educativo inspirado en los principios cristianos.
La escuela católica es expresión de la comunidad eclesial y su catolicidad está garantizada por las autoridades competentes (Ordinario del lugar).
Asegura la libertad de elección de los padres católicos y es expresión del pluralismo escolar.
El principio de subsidiariedad regula la colaboración entre la familia y las distintas instituciones delegadas a la educación.
La libertad religiosa es el fundamento y la garantía de la presencia de la enseñanza de la religión en el espacio público escolar.
Una concepción antropológica abierta a la dimensión trascendental es su condición cultural.
En la escuela católica la enseñanza de la religión es característica irrenunciable del proyecto educativo.
La enseñanza de la religión es diferente y complementaria a la catequesis, en cuanto es una enseñanza escolar que no solicita la adhesión de fe, pero transmite los conocimientos sobre la identidad del cristianismo y de la vida cristiana. Además, enriquece la Iglesia y la humanidad de laboratorios de cultura y humanidad.
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