jueves, 2 de septiembre de 2010

Reflexión


… Y EL MAÑANA

“Si el mañana fuera hoy, el mundo avanzaría”.

El mundo avanza aun cuando nosotros no queramos. El minutero del reloj camina con la misma velocidad de cada día, aunque existen ocasiones en que el tiempo se nos hace eterno, o por el contrario, que avanza a una velocidad descomunal.

Con respecto al tiempo ocurre un fenómeno que no deja de sorprenderme cada vez que caigo en cuenta de que muchas personas lo viven. Lo llamaré el “anhelo del fin de semana”. Dicha situación ocurre cotidianamente y sucede cuando, al inicio de la semana, ya queremos que llegue el sábado; o cuando regresamos a trabajar, ya deseamos las próximas vacaciones; o simplemente, cuando apenas estamos empezando nuestras labores, ya estamos desesperados porque el día acabe para poder descansar.

Es lógico que el ser humano se canse y mucho más lógico que necesitemos descansar como parte de nuestro propio desarrollo saludable. Sin embargo, millones de personas viven deseando algo que aún no llega, y todavía peor, cuando éste llega, no saben siquiera qué hacer con el tiempo libre que ahora tienen. Ya Viktor Frankl le llamó a este vacío de no saber qué hacer cuando el tiempo libre sobra la “neurosis del domingo”.

¿Pero por qué perseguimos con un afán desenfrenado los momentos de descanso? Una razón puede ser nuestra cultura del confort. Esa cultura que nos rodea día con día y que nos alcanza con frases como “¡no trabajes más!”, “la vida es un placer”, “gana mucho dinero sin esforzarte”, “disfruta de unas vacaciones eternas”, entre muchas otras. Este estilo de vida, aunque es una meta de millones de personas, no siempre resulta la más reconfortante. ¿O acaso realmente serán más felices los que no ocupan su tiempo en actividades productivas?

Otra razón por la cual aborrecemos el trabajo proviene de la concepción que el trabajo ha tenido a través de la historia. Hay que traer a nuestra mente la expulsión del paraíso donde Dios le dijo a Adán: “por haber escuchado a tu mujer y haber comido del árbol del que Yo te había prohibido comer, maldita sea la tierra por tu causa. Con fatiga sacarás de ella el alimento por todos los días de tu vida” (Gen, 3, 17). A partir de esta sentencia, el trabajo se ha venido entendiendo como un mal que hay que realizar, una carga necesaria para poder obtener lo necesario para subsistir. A lo largo del tiempo, en nuestro inconsciente colectivo – trayendo a colación a Jung – el trabajo se percibe como tal, como un castigo. Sin embargo, se pierde de vista que es una de las más grandes oportunidades de la mujer y del hombre de poder trascender por medio de la productividad, así como también, ayuda a la formación de valores y del carácter.

Una razón más, la podremos encontrar en la sensación de despersonalización que día con día, por desgracia, se acrecienta en el mundo. Ya no nos sentimos seres individuales, sino que formamos parte de una colectividad. Ya no soy María, José, Guadalupe o Pedro, sino que soy el empleado de tal empresa, soy el socio del tal otro, pertenezco al tal estrato socioeconómico. Al no sentirnos seres individuales, somos incapaces de tomar nuestras propias decisiones y seguimos, como borregos, los anhelos de la colectividad. En el momento que empiezas a apreciar tu trabajo, los demás te envidian, te hacen burla, te echan tierra… porque es imposible que alguien, tú, puedas sentirte feliz y satisfecho, con lo que realizas.

Y claro, la razón más obvio, la incapacidad para vivir el presente. Preferimos huir refugiándonos, para bien o para mal, en el pasado y/o en el futuro. Ya no se vive en el “hoy y ahora”, sino en el ayer o el mañana. El presente se nos hace cada vez más difícil y optamos por escindirnos de esta realidad. Es verdad, la situación actual es sumamente complicada, pero no imposible. Siempre y cuando nos mantengamos con la frente en alto, con la valentía y la fortaleza necesaria, prácticamente todo es posible. Y claro, siempre de la mano del Ser o seres más amados.

El mañana aún no llega, pero es necesario construirlo a partir de hoy. Y el hoy se construye, única y exclusivamente, viviendo y esforzándonos en el presente.

Ten un feliz día y disfruta cada minuto al máximo.

Edgardo Flores Herrera

No hay comentarios:

Publicar un comentario